viernes, 4 de octubre de 2013

Montán: El Clan Libélula

Os dejo aquí un cuento que recoge unas historias de Montán que muchos conoceréis, como la olivera Astasia, Los Pradicos, El Pozo Arena, Collado de las Arenillas, la Ermita de Santa Bárbara, El Barranco Estopón, los dos lavaderos.

Ahí va…………………


La familia de las Libélulas vivía tranquilamente en una cueva llamada Cirat, en una ladera de los montes que rodean el pueblo de Montán. Un día el jefe de todas las libélulas reunió a todas las que vivían allí y les dijo:

-Querida familia, he estado pensando los últimos días y la verdad es que estoy un poco preocupado. Mirad, llevamos mucho tiempo viviendo aquí; realmente se vive muy bien, supongo que todos debéis de estar de acuerdo conmigo… Sin embargo, creo que debemos conocer lo que hay fuera de esta cueva, creo que debemos estar prevenidos, debemos considerar la posibilidad de que un día nuestro mundo pueda destruirse, y necesitamos saber de antemano dónde poder ir, dónde conseguir agua, dónde alimentos y, sobre todo, dónde poder resguardarnos. Como jefe vuestro que soy creo que debemos hacerlo, y para ello debemos colaborar todos como comunidad de libélulas de la cueva.

Todas las libélulas de la cueva confiaban en él, y todas estuvieron de acuerdo.
Y siguió diciendo:

-De todas las libélulas que vivimos ahora aquí, algunos de nosotros no hemos vivido aquí desde siempre, cada libélula de la cueva que conozca algo del exterior debe contárnoslo a todos los demás, antes de empezar a explorar.

Aquel acontecimiento revolucionó la cueva. De los miembros más viejos de la familia ninguno había nacido en la cueva y todos empezaron a contar sus recuerdos e historias del exterior.
Una libélula muy mayor, siempre sentada en su mecedora, empezó a recordar los viejos tiempos, de cuando vivía fuera.

–Siempre recordaré que un día de verano se formó un viento tan fuerte y me impulsó tanto que hizo que me alejase muchísimo de mi casa. Fijaros, recuerdo que me llevó hasta la olivera “Astasia”…

¿Sabéis la historia de la olivera “Astasia”, no? Pues cuenta la leyenda que una paloma que pasaba volando por un prado donde estaba esta olivera andaba un poco molesta y dejó caer un hueso de una oliva que tenía en sálvese sea la parte con tal tino que fue a caer justo en un hueco que había en el tronco de la olivera, el hueso germinó, se injertó en la olivera y se creó una nueva variedad temprana de oliva que desde entonces es famosa en todo el condado.

Otra libélula, sin embargo, sobre todo recordaba los relámpagos, cómo relucían sobre un cielo gris sobre los olivos plateados, y cómo partían el cielo en dos y cómo retumbaban luego los truenos sobre el campo y los bancales.

-         -¡Ahí viene otro!, decía yo. Y todo el mundo se asustaba, menos yo, que desde pequeño siempre he sido un valiente.

Una libélula adulta sobre todo recordaba sus sueños:

-         -Yo, lo que recuerdo es que todas las noches soñaba lo mismo; unas pajas que se habían hecho un ovillo y rodaban solas por las calles. Siempre creí que era un recuerdo de cuando era niño, ¡A ver si podemos encontrar ese pueblo! Porqué desde que lo visité ya no volví a tener ese sueño.


Otra libélula de lo que más se acuerda es que había una señora en el pueblo que siempre daba magdalenas a todo aquél que fuese a visitarla, y a más de alguno le decía:

-         -¡A mí no me engañas! ¿Tú vienes a verme por las magdalenas, pedazo granuja, no a verme a mí, eh?”.

 Pero magdalenas hechas y recientes nunca faltaban en su casa para quien fuese a verla y las pequeñas libélulas siempre le llevaban violetas para adornar su casa.

Otra libélula siempre recordaba cómo veía sacar arena del “Pozo Arena” para limpiar las sartenes, que entonces se limpiaban con arena, y no se limpiaban en el fregaplatos como ahora.

Y otra libélula siempre se acuerda que la fuente que más le gustaba era “Mas del Moro”, pero le han dicho que ahora hay que tener cuidado porque es de dónde cogen agua los helicópteros para apagar el fuego.

Otra libélula recordaba haber visto restos de vasijas fenicias, y otra una cruz de la Orden Servita grabada en una piedra y otra un aljibe árabe.

Y otra libélula también mayor, recuerda tristemente los malos momentos de la guerra, de cómo se luchó en estos montes, hermano contra hermano.


Todavía existen por estos montes de aquí al lado muchos restos de la metralla de las bombas que se lanzaron, de hecho la Cueva Cirat sirvió de refugio para muchas personas del pueblo.

Habiendo reunido toda la información que pudieron conseguir,  las libélulas más fuertes de la cueva decidieron salir de la cueva formando un escuadrón “de reconocimiento”.
 En un primer momento hicieron excursiones cortas siguiendo el consejo de los mayores de la cueva, que les dijeron que lo mejor sería catalogar lugares cercanos donde hubiese agua, pero antes habría que fijar referencias para que fuesen localizadas fácilmente desde el aire, y poder regresar a la cueva sin problemas.
En una fase se debería catalogar y pintar un mapa del término en la cueva para que todos los miembros del clan de las libélulas conociesen bien el término, poder orientarse, conseguir agua y poder resguardarse.
Los resultados de las primeras exploraciones llegaron rápidamente. Como lugares de referencia, lo primero y más importante para ellos era asegurarse el camino de vuelta a la cueva, para lo cual en todos los vuelos decidieron que sería muy importante localizar desde el aire como referencia maestra “la plaza del pueblo”, sabiendo que a partir de ahí, subiendo por “la Calle del Cerrado”,  esa calle se convierte en camino y sin dejarlo, pasa el cementerio, donde los perros ladran, luego torcer a la izquierda y subir por el camino hasta la entrada de la cueva y ya estarían de nuevo en la cueva Cirat.

De esta manera, si los escuadrones de libélulas se elevasen lo suficiente la plaza del pueblo sería fácilmente localizada desde el aire,  y es fácil porque está rodeada de casas y tiene una fuente con un montón de chorros. La plaza ya no es cómo en 1918, tal como la conoce el más mayor de todas las libélulas de la cueva, ahora ha cambiado mucho.
   
También fue necesario marcar lugares como la Farmacia, la Residencia de Ancianos, el Convento, la Fonda, el Parque de Bomberos, el Collado de las Arenillas, la Ermita de Santa Bárbara, Los Pradicos, El Barranco Estopón, los dos lavaderos (el de los arcos y el de la plaza).

Luego localizaron las fuentes, el trabajo fue muy meticuloso, fijaron espacialmente las fuentes siguientes: La de la Plaza, la Tejería, El Nacimiento, El Chorrito (hay dos), Dos Arcos, La del Convento, La Fuente Roja, Los Pradicos, El Madroñal, Bajo Castillo, la Fuente Amarilla, …

            
También fueron meticulosamente localizados y marcados en el mapa los montes del término, la cueva Cirat, la Peña Blanca…. Y los barrancos, la Maimona,…

Y esta labor, que la iniciaron unos pocos, ahora que el clan de las libélulas ha aumentado y seguirá aumentando, ahora que ya está en condiciones de decir que tiene un plano actualizado del contorno, esta labor debe continuarse y actualizarse por los nuevos miembros y por todos los interesados en ello y que este trabajo que ahora se ha iniciado continúe y se mejore en el futuro para disfrute de propios y extraños.

Aviso para curiosos, cualquier parecido con la realidad o si alguien se siente identificado como miembro del clan libélula, recuerden que será simplemente una mera coincidencia.

 Aquí finaliza este cuento que ha redactado mi cuñado gracias a las numerosas historias que nos cuenta mi padre buen conocedor de su pueblo.

Con él vemos la importancia de los catálogos de fenómenos que nos permiten localizar entidades en cualquier lugar,y la información que nos dan los sistemas de información geográfica que recogen multitud de datos de diferentes fuentes.

Si crees que eres una libélula,,, COMPARTE tu historia……..

igual montamos una cadena…….

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